jueves, 4 de noviembre de 2010

Las lágrimas que no derramamos...

Creo que las lágrimas que no derramamos, como las sonrisas que no esbozamos o los besos que no damos, se nos quedan enganchados en el alma. Si son cosas buenas, nos ayudan a aligerar la carga diaria de asuntos que nos ocupan y aunque sería mucho mejor hacerlo, se quedan ahí, quietit@s, esperando que l@s saquemos a la vida.
Pero con las lágrimas no pasa eso....dan lugar a una tristeza profunda que se queda en el corazón, como el colesterol en las arterias (me viene a la cabeza los anuncios de yogures que ayudan a despegar pegotes rojos....). En estos días, aunque parecen meses o años, he llorado mucho, porque la vida me ha brindado una tesitura difícil de lidiar, por inesperada y difícil de entender. Me ha tocado reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la primera principalmente, porque la segunda llega y no puedes hacer otra cosa que abrazarla. Sobre la fragilidad de las cosas: hoy estás así y mañana quién sabe; sobre los sueños y los deseos de cómo vivir. Pero como todo en el Universo, este hecho tiene una cara amarga y otra más positiva. He, hemos recuperado el sentido de tribu, que nunca hemos perdido del todo, pero ahora, en los momentos difíciles, es cuando mi familia ha vuelto a ser lo que tod@s hemos sido en origen: una tribu, un clan...donde los problemas y las alegrías son asunto de tod@s y donde nadie debe sentirse sol@.
Todavía necesito tiempo y paciencia para asumir la pérdida y aunque sé que se fue con todo nuestro amor para tan largo viaje, sigue siendo muy duro mirar fotos, por ejemplo. Vendrán tiempos complicados, fechas señaladas y el recuerdo estará ahí, porque ningun@ queremos olvidar. Ha sido un bonito regalo: que tu tribu esté más unida que nunca y que te recordemos con una sonrisa. ¡¡¡Mil gracias, estés donde estés!!!!!!!! Cuídanos, porque ahora es cuando más te necesitamos.

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